El cáncer de cuello de útero refleja con máxima crudeza la desigualdad social en salud. A pesar de que la enfermedad podría casi por completo prevenirse, gracias a los conocimientos y tecnología actualmente disponibles, ocupa a nivel mundial, el segundo lugar entre los tipos de cánceres más frecuentes entre mujeres y es la segunda causa de muerte por cáncer. Afecta principalmente a mujeres de bajo nivel socioeconómico, vulnerables, que no acceden a los servicios de screening (tamizaje) y a la escasa educación sanitaria de las mujeres en este aspecto.
La enfermedad y la muerte de estas mujeres, tiene un impacto devastador en las condiciones de vida de sus familias, ocasionando consecuentemente, pérdida de trabajo, de ingresos y en el ausentismo escolar de los niños del hogar.
De manera que, el cáncer de cuello no sólo afecta a las mujeres más pobres, sino que a su vez, es un actor que intensifica la pobreza y la vulnerabilidad social.
El cáncer de cuello es la principal causa de muerte por cáncer en el norte de nuestro país, con una mortalidad aproximada de 1000 mujeres al año por esta causa. Los controles de papanicolaou, con una cobertura del 80 % de la población, disminuyen francamente la incidencia de esta enfermedad.